Cosmofonía
Ceremonias de Vivencialidad
Por Omta Pachay Miguel Roque Gil (*)
La música huarpe se escucha en los territorios cuyanos de San Luis, San Juan y Mendoza en Argentina. Integrantes de nuestras comunidades, autoridades espirituales y artistas estamos revitalizando nuestros cantos en lengua madre a través de las ceremonias del fuego, del sol, de la luna, de la jarilla; elementos esenciales, sanadores, dadores de vida y alimento, que son parte de la naturaleza y a los que van dirigidos nuestros cantos.
Las ceremonias de vivencialidad son muy fuertes y son los caminos pilares en nuestra cultura y cosmovisión. Hablamos de cómo es la relación con el sol (chelay), la luna (chesye), el agua (kaja), el fuego (kitek), el viento (ontupuel) y la tierra (tektaktek). Estos elementos forman parte del círculo que integra nuestra vida en esta tierra y en esta vida y marcan la conexión profunda que tenemos con la familia antigua.
Que las ceremonias sean comunitarias es esencial. Que estén nuestros niños y niñas, nuestros ancianos y ancianas, que estén nuestros jóvenes, que esté el hombre ancestral (este) y la mujer ancestral (oeste).
Para nosotros poder lograr este contenido con un camino fuerte y dirigido con todo respeto y control hacia nuestras generaciones futuras y hacia los hermanos no indígenas, es necesario.
Actualmente nuestras voces se acompañan del “temte” (tambor), del “ontupuel” (sonido del viento/ caña) ), semillas y ramas/hojas de árboles.
Para nosotros es muy importante poder experimentar la vivencialidad en familia y en comunidad. Vivenciar esa relación que tenemos con la luna, el sol, el fuego, el aire, la tierra y el agua en forma comunitaria.
Esta vivencia es para nosotros crucial e importante para poder transmitir a las generaciones futuras nuestra forma de relacionarnos, que es el legado que nos dejaron nuestros ancestros.
El arrope, la medicina huarpe que preparamos en nuestras ceremonias con canto, no solamente tiene que ver con un remedio destinado a una enfermedad específica. Tiene que ver con un alimento para la vida misma que proviene del chañar, que se prepara a fuego lento empezando con la conexión del sol y terminando con la conexión de la luna.
Este es un camino, una existencia, que consideramos necesario que los hermanos no indígenas e indígenas lo conozcan para que sepan que hay otras formas de relacionarse con la naturaleza, con el monte y los animales y con los propios hermanos y así sepan que a veces, cuando no encuentran la solución y el equilibrio con los caminos ya conocidos, que tienen una nueva oportunidad para poder encontrar ese equilibrio en estos conocimientos ancestrales.
Fue para nosotros muy importante poder compartir grupalmente estas sabidurías, hermanados y hermanadas como nos enseñaron nuestros ancestros y como lo practicamos en la actualidad.
El registro de nuestros cantos nos hace sentir incluidos, acompañados y fortalecidos; visibilizando lo que es nuestra existencia en tiempo presente y desde lo indígena.
Por primera vez, hicimos las ceremonias comunitarias públicas y quedaron registradas. Este fue un paso importante, facilitado por el hecho que haya sido impulsado por una hermana indígena como Charo Bogarín, que tiene sangre guaraní.
Es para nosotros y para nuestro pueblo muy importante el hecho de que por primera vez se escuche nuestra lengua y los cantos ceremoniales indígenas comunitarios.
Consideramos que es de vital importancia estar acompañados por las instituciones y que desde allí se difunda cómo es el camino de la inclusión de los pueblos indígenas.
Como pueblos nos sentimos contenidos, abrazados y acompañados en este camino desde la parte institucional y pública por parte del INAMU, ya que es importante que nuestras canciones, que nuestra cultura, que nuestra identidad, que nuestra casita, que nuestro interior, salga a mostrarse.
¡Pukuy! ¡Alegría del encuentro y del reencuentro!.
(*) Omta Pachay Miguel Roque Gil; Autoridad Tradicional del Consejo de Ancianos del Pueblo Nación Preexistente Huarpe Pynkanta de Cuyo.