Cosmofonía
Encuentro del Canto Ancestral con Caja en El Shinkal
Por Andrea Mamondes
En agosto de 2023 se realizó en el sitio Arqueológico de El Shinkal, en la provincia de Catamarca, el Encuentro de Canto Ancestral Comunitario con Caja, organizado por la Agrupación Cantores con Caja Autoconvocadxs.
Participaron cantores y cantoras de las provincias de Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja, Córdoba, Santa Fe, Chubut y Buenos Aires, en su formato de solistas, agrupaciones, comparsas y cuadrilla de copleras.
En dos jornadas consecutivas se logró recabar testimonio de la actualidad del canto con caja en Argentina, con artistas que abrevan en lo heredado, realizando también nuevos aportes estéticos, tanto en sus coplas, como en sus bagualas, vidalas y chayas, plasmando en su decir las particularidades sonoras de cada región.
El registro sonoro y visual en territorio de los cantores con caja fue un hecho necesario y urgente, ya que no había sucedido antes el hecho de convocar a cantores y cantoras de los diferentes territorios con el objetivo de realizar un registro audiovisual profesional desde el Instituto Nacional de la Música, pensando en la importancia de que el canto ancestral y las expresiones de las nuevas generaciones quede resguardado en la Fonoteca Nacional de Arte Sonoro Indígena del INAMU.
El canto con caja forma parte de la música étnica, la música precolombina, los cantos de rituales que acompañan los momentos importantes de la vida comunitaria en los territorios plurinacionales, pluriétnicos y pluriculturales de la Nación Argentina.
Marcas fonéticas de lenguas originarias en el canto andino con caja del Noroeste Argentino
El acento como la última trinchera de defensa y afirmación de la identidad lingüística
Por Miriam García
Las lenguas son entes vivos, por lo tanto cambiantes que se van adaptando a la realidad y al contexto sociocultural de la comunidad de hablantes. Es importante resaltar que las lenguas cambian, porque eso indica que no siempre han sido iguales. Y es útil saber cómo fueron cambiando y el motivo, porque de esta manera nos aporta información sobre nuestra identidad.
Cada lengua ve al mundo de distinta manera. Crea su vocabulario, le asigna un sonido, lo teje en la red de su gramática. Tiene ojos diferentes dentro de las palabras. La lengua materna, esa que escuchamos desde el nacimiento de la boca de nuestros padres, nuestros abuelos, nuestra comunidad nos llega sin necesidad de realizar ningún esfuerzo. En muchas ocasiones luego es juzgada por otra lengua que se añadió más tarde y que viene de otro lugar. La lengua materna se siente tan directa e incondicional como la propia piel, y es igual de vulnerable si es subestimada, tratada con desprecio o incluso prohibida por otros.
Por lo tanto es fundamental el análisis de los modos en que los hablantes de lenguas indígenas se comunican en su oralidad, y las actitudes y comportamientos que manifiestan en estas situaciones. Es necesario basarnos en la investigación sociolingüística para analizar los usos y funciones de la lengua indígena en contextos de bilingüismo e interculturalidad como herramienta efectiva para la construcción de conocimientos sobre la lengua, la evolución histórica y la incorporación de neologismos. Prácticas lingüísticas y metalingüísticas que permitan entender y explicar a la lengua, cómo funciona, cómo se organizan las ideas, cómo y con qué intenciones la utilizan los hablantes.
También es importante saber y ser conscientes sobre cómo muchas comunidades, sojuzgadas por otras culturas hegemónicas y colonialistas, conservan marcas de sus lenguas ancestrales que las sostienen a través de los tiempos, sustituyendo a esa legua silenciada por sus acentos sonoros que intervienen en su lengua actual, como mecanismo de supervivencia y resistencia cultural que reafirma esa identidad.
A continuación analizaremos cómo determinadas expresiones ancestrales ofician de reservorio a través del tiempo de marcas de lenguas originarias que parecieran estar fuera de uso, o extinguidas. Por ejemplo el canto andino con caja en el noroeste argentino, es una expresión sonora, verbal , y percusiva de los pueblos andinos del noroeste argentino y que llega hasta nuestros días a través de la tradición oral de las comunidades rurales que habitan paisajes de valles, puna, quebrada, serranías y monte de esa región y que lo practican desde épocas inmemoriales, incluso desde antes de la primera conquista que fue del imperio incaico, y de la segunda conquista que fue la española.
En nuestro territorio argentino se expande a través de las siguientes provincias del noroeste: Jujuy, Salta, Catarmarca, Tucumán, La Rioja, Norte de San Juan y Santiago del Estero, donde aún se ejecutan las tres especies básicas del género: la baguala, de escala tritónica, es la más ancestral (que practicaban originalmente las comunidades diaguitas-calchaquí, que hablaban la lengua cacana), la tonada, de escala pentatónica (que trajo la expansión hacia esta zona del imperio inca con el tawantinsuyo, con su lengua quechua-aymara) y la vidala, de escala diatónica europea (que trae el español con su conquista, aparejado a la copla, el formato poético en lengua española con el que se cantan estas especies de un tiempo a esta parte).
Si bien en la actualidad se cantan casi exclusivamente en español andino (variedad del español del NOA que nace como producto del contacto entre el español y el quechua y/o el aimara y de otras lenguas que se hablaban en la región y se constituye en un dialecto regional), a excepción de algunas localidades de Santiago del Estero que conservan el canto de la vidala quichuista, se puede percibir al momento en que algún miembro de esa comunidad ejecuta el canto de coplas en español andino, un particular sonido y forma de decir que está surfeando entre la melodía y el fraseo que le otorga una pronunciación diferente.
Encontramos que el cantor o cantora de coplas con caja, a la hora de ejecutar su canto manifiesta una acentuación que no es propia específicamente del español corriente. Y ¿cuál sería la hipótesis que se puede establecer a partir de esta premisa?....que en la forma de cantar se conservan una serie de rasgos fonológicos, morfosintácticos, sintácticos y semántico discursivos por ser parte de un continuum dialectal, o continuum geolectal, producto del choque lenguas, de la del conquistador ibérico, con el quechuaymara, que trajo la expansión del Tawantinsuyo, y también con distintas lenguas de pueblos preexistentes en esa zona, como por ejemplo el cacán.
Para corroborarlo nos vamos a basar en las recopilaciones de campo de canto con caja realizadas por Leda Valladares a entre los años 1964 y 1970, y también tomaremos alguna información del trabajo realizado por Berta Vidal de Battini sobre el español andino en el NOA en su libro de 1964 El español de la Argentina.
Pero primero hagamos un poco de historia. Desde el siglo XVI hasta inicios del siglo XX, la comunidad lingüística del NOA fue bilingüe (quechua/español) y fue en esta etapa en la que comenzó a constituirse el español andino en la región.
En las últimas décadas del siglo XV, durante el reinado de Túpac Inca Yupanqui, los quechuas ingresaron al Noroeste de la Argentina y se encontraron con distintos grupos étnicos. Ana María Lorandi (1936-2017), destacada historiadora argentina que contribuyó de manera decisiva al desarrollo de la Etnohistoria de este país, explica que los ejes geográficos, sociales y culturales que identifican a la región del NOA se extienden a través de la Puna y se trasladan a las cadenas montañosas y valles que la rodean por el este y por el sur. A medida que nos alejamos de la Puna, las sierras se separan cada vez más y los 106 estrechos valles del norte son reemplazados por pampas entre montañas que soportan una aridez creciente a medida que aumenta la latitud. En el momento del ingreso de los incas en la zona, sobre los ejes serranos se practicaba una fluida comunicación norte-sur, aprovechando las tierras altas próximas a las cumbres. Pero también la geografía de la región permite un acceso fácil desde las sierras hacia la Puna y desde los valles hacia las llanuras chaqueñas del oriente. Esta realidad favoreció el dinamismo de intercambios sociales y económicos. Es en este espacio, de amplios contrastes ecológicos, en el que se encontraban instaladas diversas poblaciones que deben ser étnica y culturalmente diferenciadas (Lorandi 1991:213). Según Martínez Sarasola (1992) uno de estos grupos étnicos lo conformaban los diaguitas, que ocuparon el corazón del noroeste, es decir, la zona de los valles y las quebradas. Según Lorandi (1991), poblaron un área geográfica extensa que comprende las actuales provincias de La Rioja, Catamarca, y sectores occidentales de Santiago del Estero, Tucumán y Salta. Tanto Martínez Sarasola (1992) como Lorandi (1991) coinciden en que los diaguitas constituían un grupo heterogéneo de poblaciones, con diversidad intraétnica ( La cultura diaguita estaba integrada por un conjunto de parcialidades: los pulares, luracataos, chicoanas, tolombones, yocaviles, quilmes, hualfines, calchaquíes etc. (Martínez Sarasola 1992)) unidas por un patrón cultural semejante y por un substrato lingüístico común, la lengua cacán; la organización social y económica; la cosmovisión; y los aspectos raciales, (cabe aclarar aquí que “Kakán”, “cacán” ó “Kacán “ son los distintos modos en que aparece escrito el nombre de esta lengua). Mantuvieron relaciones con otras culturas debido al comercio. La cultura diaguita se caracterizó por ser guerrera, y de entre los distintos grupos indígenas del NOA, se destacaron por mantener la más fuerte y sostenida resistencia a la conquista incaica.
Fue en esta región caracterizada por su complejidad lingüística y cultural en la que el quechua ingresaría de la mano de los mitimaes. Como explica Lorandi (1983), estos eran colonos (agrícolas, artesanos especialistas o soldados) que vivían en centros, tierras o fortalezas administrados directamente por el Tawantinsuyo. Incluso hubo gente destinada a integrar guardias o batallones. En algunos casos, los militares pudieron gozar de privilegios especiales. Una vez concertada la paz entre los enviados del reino del Cuzco y los grupos aborígenes, se les confiaba a estos últimos la defensa de la frontera. Como resultado del avance de los mitimaes en el actual territorio argentino, en el siglo XVI un número considerable de indígenas del Tucumán hablaba quechua. (Según Lorandi (1991), es frecuente encontrar que sólo se utilizaba el término Tucumán, que con el tiempo terminó por reemplazar a la designación original que pretendía dar cuenta de la variedad intrarregional e intraétnica que quedaba incorporada a la nueva jurisdicción. Cuando digamos “el Tucumán”, nos estamos refiriendo a toda la región del noroeste; en cambio cuando nos referiremos a la provincia sólo la mencionaremos como Tucumán). Un aspecto que genera polémica es la expansión del quechua en Santiago del Estero. Según un grupo de especialistas, dado que esta región no perteneció al Tawantinsuyo, la lengua fue llevada gracias a la labor de los jesuitas, en especial del Padre Bárzana. En uno de sus viajes, el sacerdote relata que catequizó a los indios del “tránsito” entre las ciudades de Santiago (sobre el río Dulce) y Esteco o Nuestra Señora de Talavera (sobre el río Salado). Para evangelizar a los indios, Bárzana usó las lenguas quechua y tonocoté, y lo sistematizó desde una perspectiva occidental, que dio en llamar “quichua”, que es el quechua que se habla hasta hoy en determinadas comunidades del territorio santiagueño. Tal viaje le tomó menos de un mes. Partió de Santiago a principios de marzo en 1581 y llegó a Esteco el 9 de abril. En ese lapso encontró muchos pueblos y en cada uno de ellos se quedaba dos o tres días. En una de sus cartas, el misionero explica de manera detallada su método de trabajo: por la mañana hacía sus oraciones, luego catequizaba y por la tarde realizaba bautismos (Lorandi 1983).
El segundo ingreso del quechua en el NOA se produce en 1543 junto al castellano. La corriente colonizadora que provenía del Perú, al mando de Diego de Rojas, ingresó al NOA por el Camino del Inca y por la Quebrada de Humahuaca. Conquistó y colonizó el territorio que denominaría Provincia del Tucumán, Juríes y Diaguitas (el Tucumán) Los españoles ingresaron a la región con contingentes de indios peruanos, mestizos y negros, quienes se convertirían en importantes agentes de quechuización. Vale decir, como menciona el lingüista y filólogo polaco-argentino-venezolano, Angel Rosenblat (1964), que el quechua alcanzó su mayor expansión durante esta etapa, bajo la dominación española. El Concilio limeño de 1583 estableció que los “indios” debían ser instruidos en su idioma nativo y se ordenó que las oraciones y el catecismo debían desarrollarse en la lengua general del Cuzco y en aymara. Esta última iría perdiendo poco a poco su carácter de lengua general y, a sus expensas y de otras lenguas, se difundió el quechua por distintas partes del Virreinato del Perú. En 1597 el obispo de la Gobernación del Tucumán, Fray Hernando de Trejo, reitera las disposiciones del Concilio: “Hay que enseñar la doctrina en la lengua del Cuzco, ‘porque ya gran parte lo reza, y casi todos van siendo ladinos en dicha lengua; y por haber muchas lenguas en esta provincia, y muy dificultosas, fueron confusión hacer traducción de ellas’. Y así, como ha mostrado Marcos A. Morínigo, se difundió la lengua general del Perú por todo el Noroeste argentino, y por eso se conserva todavía hoy en la Provincia de Santiago del Estero” (Rosenblat 1964:200). Fue así que el quechua se mantuvo como lengua general en el Virreinato del Perú y convivió con el español durante varios siglos en distintas áreas de los Andes (el NOA es una de ellas).
Según Martínez Sarasola, a la fecha de la conquista española, la cultura diaguita presentaba una unidad que era consecuencia de un largo proceso de desarrollo cultural, y mantenían su lengua original, el cacán. Hoy en día lengua extinta. Sin embargo, ha dejado una marca suprasegmental en el español de la región. Sin duda, su extensa expansión territorial y su resistencia a la dominación fueron determinantes para el desarrollo de este fenómeno lingüístico.
Para definir y caracterizar el español andino es necesario primero explicar dónde y cómo nace esta variedad.
El español andino es una variedad lingüística que se define por dos grandes parámetros. Por un lado, se caracteriza por su variación respecto del español general, debido a la reducción de categorías y omisión de nexos. Nos referimos, por ejemplo: a la ausencia de artículos, la falta de concordancia de género y/o número o la neutralización de los clíticos en “lo”.
“Viene en procesión” , en vez de “Viene en la procesión”
“Lo dijeron de todo esa noche”, en vez de “Le dijeron de todo esa noche”
“ hace un frío húmeda”, en vez de “Hace un frío húmedo”
Las transformaciones que se dieron en el español a partir de su ingreso a América y su choque con otras lenguas se pueden delimitar en tres etapas: 1) koineización (es el resultado de un proceso sociolingüístico en el que una sociedad con hablantes de diversas variedades lingüísticas mutuamente inteligibles acaba por formar un nuevo dialecto autónomo). 2) vernacularización (es el proceso en el que la lengua universalizada se adopta en ciertos ámbitos locales. Esta adopción conlleva a la interiorización de formas lingüísticas particulares motivadas por la situación de contacto de lenguas), y 3) estandarización tardía: proceso intencional y planificado por el que se fija una variedad de una lengua, a partir de la elaboración de unas reglas específicas, y que en este caso se dió en forma tardía y que produce cambios lingüísticos severos.
Debió ser la exposición libre, espontánea, de la población indígena al español general la que dio origen a la consolidación del español andino como variedad estable; es decir, debido a un aprendizaje ‘librado al azar’, los indígenas transfirieron a la lengua que aprendían de oídas rasgos de su lengua materna, ya sea el quechua o el aimara o lo que quedó del cacán en ese entonces. Cuanto mayor era el grado de precariedad en el aprendizaje, mayor era el grado de interferencia y, por ello, más evidente la marca de la lengua materna en el español que estos usaban para comunicarse con los españoles. Del mismo modo, como es de esperar, debieron desarrollarse algunos fenómenos propios del aprendizaje de una segunda lengua.
Según crónicas de la época de la conquista española, existen datos que describen al cacán como una lengua que sonaba arrastrada, gutural y articulada en paladar blando. Y son estas mismas características las que encontramos en registros sonoros de 1940 a 1980, e incluso en la actualidad en el canto de baguala ejecutado por los cantores y cantoras de los valles calchaquíes. Por más que se la canta con formato de copla (cuarteta octosilábica, con rima en los versos pares, en español) al momento de cantarla aflora como marca indeleble no solo la sonoridad del cacán sino también formas de frasear la copla que cantada se vuelve casi ininteligible a los oídos de cualquier hispanoparlante que no sea de esa región.
Entre las marcas del cacán en el canto con caja, encontramos por ejemplo la acentuación en esdrújula (de palabras que no lo son en español) y también algunas pronunciaciones que establecen sonidos palatales, oclusivos, vibrantes, nasales, oronasales, uvulares y velares, que no encontramos en el español general, y una cantidad de adornos y flexiones sonoras producidos desde el paladar blando, que aparecen como ornamentaciones en el canto de baguala (falsetes, joi-joi, estertores, quejidos, derrumbes).
De acuerdo con Vidal de Battini, esta extensa región lingüística, del antiguo Tucumán, la primera en ser colonizada, posee una unidad lingüística muy definida por un conjunto de características generales, aunque contiene subregiones con modalidades singulares. En el nivel suprasegmental, se destacan dos rasgos particulares en la región. Uno de ellos es la entonación del esdrújulo (casos como ámarillo, párecido o chócolate).
Ámarillo es el oro
Blanca la plata
Y negros son los ojos
Que a mí me matan
Éste acento adicional que actúa de manera distinta dependiendo de la cantidad de sílabas y del tipo de palabra (aguda, grave o esdrújula) es el rasgo más característico de la región.´
El otro rasgo es la acentuación en formas imperativas o rogativas con enclíticos (ponemélo, decimélo, prendemélo, tenemélo), influenciada por la acentuación grave del quichua santiagueño,
Aquí está mi corazón
Un ratito tenemélo
Mientras canto mi vidala
Perfumada de romero
y también en la zona de la puna la influencia del quechua que es una lengua acentuada en grave transforma la acentuación esdrújula en grave y lleva a pronunciar “pajáro” en vez de pájaro, “arbóles” en vez de árboles, etc.
Arriba de unos arbóles
Cantaban unos pajáros
Lunes, martes y miercóles
Jueves, viernes y sabádos
La pronunciación de las vocales es otro de los rasgos que se destaca en la región. Se cierran la /o/ por /u/ y la /e/ por /i/ en posición final de palabra (como en pocu, muchu, quisi, diji). Y otra es flexionar el pretérito indefinido de un verbo de 2da (terminados en -er) como si fuera de 3era (terminados en –ir), “supió” por “supo”.
Señora le siento muchu
La muerte de su maridu
Si teme por estar sola
Yo puedo cuidarle el nidu.
Una vez que te quisí
Y tu mama lo supió
Es porque yo le dijí
Que te cásabas con yo.
Según Vidal de Battini, quienes pronuncian de esta manera son los mestizos bilingües de Santiago del Estero que hablan quichua y castellano, y entre los collas de la Puna y de los cerros de Jujuy, Salta, Catamarca y Tucumán. En la época de su investigación (décadas de 1950 y 1960), la autora explica que “…ya no hablan quichua, pero (…) conservan los hábitos lingüísticos del hablar indio” (Vidal de Battini 1964:83-84). Además, también destaca el cierre en la terminación –ido (como en vestido >vestíu o salido >salíu), de la contracción de la preposición “de” con el primer sustantivo convirtiendo la /e/ en /i/ (poncho’i lana, lanza’ipalo, pasto’i campo, caja’i cuero).
Ha saliú el sol
y cantan las flores
ya se viene el que nos pinta
todito el día en colores.
Cuchillo’i palo
Platito’i loza
Ollita’i barro…
Y de la /i/ en contacto con la forma verbal “he” o “ha” (he de venir >he’e venir >hei venir).
Cuando me vaya de aquí
“al alba yo hei venir”
Ya sé lo que han de decir
“a ver si tienes con quién dormir”
En cuanto a las consonantes, podemos remarcar la pronunciación de la /s/tensa y silbante en Santiago del Estero. Durante su trabajo de campo, advirtió esta pronunciación en posición de final de sílaba ante consonante en comarcas de Catamarca (especialmente en Fiambalá), en una extensa zona de la puna jujeña y parte del oeste de Salta (en San Antonio de los Cobres). La autora cree que esta pronunciación se debe a la influencia del quechua.
Asimismo, desde La Rioja hasta la frontera con Bolivia, y particularmente en la provincia de Tucumán, sólo en el lenguaje rústico se pronuncia la /d/ final de palabra como /–r/: salur (salud), felicidar (felicidad), enfermedar (enfermedad), verdar (verdad).
De las penas de este mundo
Una tan sola es verdar
La pena de cada uno
Que no saben los demás
En el nivel morfológico, encontramos ciertos usos del paradigma verbal: verbo con sufijo contraído y con el cierre de la vocal que caracteriza además al habla de la región (por ejemplo: comís, querís, mojís, etc.)
Vidita si me querís
A mis brazos arrímate
Y si tu dueño viniera
Poco a poco retirate.
Aguacero, aguacerito
No me mojís el sombrero
Que a vos no te cuesta nada
Y a mí me cuesta dinero
O al nominalizar un verbo como por ejemplo “volar” no diptongan la “o”: dicen “volido” por “vuelo”.
“pajarito, sin tu nido,
Solo me queda el volido”
O la forma verbal “dagüeltear” que se refiere a “dar vueltas”, transforma de este modo una frase verbal en un solo verbo.
Penando paso la vida
Penando siempre penando
Como mate sobre el agua
Dagüelteando, dagüelteando.
En lo que respecta a la sintaxis, Vidal de Battini encuentra el fenómeno del loísmo desde Catamarca hasta el límite con Bolivia y en Santiago del Estero encuentra ambos fenómenos, leísmo y loísmo, aunque no precisa si se pueden distinguir subregiones. Nuevamente, la autora cree indudable que estos usos se deben a una unificación producida por el bilingüismo (quechua-español). Se han mantenido sin duda como hábitos lingüísticos aun en las regiones en donde ha desaparecido la lengua indígena.
Finalmente, en lo que respecta al léxico, encontramos la presencia de abundantes arcaísmos (“vide” por ví ó “peje” por pez), y quechuismos (cóndor que proviene del quechua: Kuntur, guaga del quechua: wawa que significa bebé pequeño, mate, cancha, etc). A partir de las investigaciones realizadas en las últimas décadas, podemos destacar que en la minuciosa descripción que realiza Vidal de Battini (1964) de los rasgos lingüísticos que caracterizan y distingue al NOA del resto de las regiones del país, reconocía que varios de los rasgos del español de mediados del siglo XX eran resultado de la influencia del quechua.
Yo vide morir el sol
En los brazos de la tarde
Así me’i de morir yo
Sin dar mis quejas a naides.
La cabrita voltea el pelo
La oveja voltea la lana
El peje dentro del agua
Al año voltea la escama.
Caramba que ha salio guapa
la suegra que tengo esta vez
anoche parió una guagua
y ya está preñada otra vez.
Para concluir, podemos decir que los rasgos evidenciales descriptos en estas páginas no son solamente formas y marcas lingüísticas que se manifiestan en cantoras y cantores con caja oriundos del NOA, que además habitan la geografía rural de esa región, sino que en parte son usos representativos de su habla cotidiana, que constituyen el dialecto denominado Español Andino y que reúne un conjunto de rasgos representativos que es hablado por una población que por razones dialectales, sociales y o pragmáticas usa un estilo comunicativo, que marca u oculta la fuente de información, y elige alguna manera u otra de expresarse en una situación comunicativa determinada, sea una conversación o sea un arte verbal cantado, como lo es el canto andino con caja.
Bibliografía y Discografía de consulta:
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VIDAL DE BATTINI, Berta Elena: 1964 El español de la Argentina. Estudio destinado a los maestros de las escuelas primarias. Buenos Aires: Consejo Nacional de Educación.
MARTÍNEZ SARASOLA, Carlos: 1992 Nuestros paisanos los indios. Buenos Aires: Emecé
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Buenos Aires, Argentina. Noviembre de 1923.